Ayer a la mañana, en el jardín 16 donde se graduó mi hija Paula hace 10 años, asistí a un acto en el que se le puso el nombre de Carlos Fuentealba al S.U.M. (Salón de Usos Múltiples) del jardincito.
Éramos muchos, concejales y legisladores electos -curiosamente del mismo partido-y ninguno de ningún otro...los compañeros de la U.O.M. (padrinos del jardín)...el papá de Antü Camerano, los compañeros del S.U.T.E.F. (SINDICATO DE LA EDUCACIÓN), y estaba yo de quien la compañera jardinero-locutora hizo especial mención y agradeció mi presencia lo que me emocionó mucho. Demás está decir que yo representaba al grupo Trashumantes de Río Grande y Red Patagónica de Derechos Humanos y Sociales.
La compañera Directora Mónica Robaina casi lagrimeó al leer las palabras que había escrito para la ocasión y lo que a mi más me llegó fue cuando dijo que el cartel con el nombre del S.U.M. fue pintado de blanco por la portera, las letras hechas por una de las maestras, el dibujo por otra y colocado en su sitio por los compañeros de la U.O.M.
Que entre todos apostaron a la memoria y a la justicia, juntos, "mancomunadamente". Esa última palabra es mía porque me gusta mucho y hace mucho tiempo que no la escucho.
Pareciera que últimamente las cosas ya no se hacen mancomunadamente...se hacen egoístamente, se hacen individualemnte, solitariamente...si se hicieran como la palabra que me gusta escribir otro sería el futuro...y el presente.
Y transcribo los versos del poema de mi amigo Nicolás Romano de Ushuaia, por si no se ven más arriba...
CARLOS FUENTEALBA
Y otra vez la patria fusilada.
Teresa, Víctor, los catorce
mineros en el Turbio.
Los catorce mineros en el
pecho que nos duele. Carlos
que nos duele "compañero del
alma, tan temprano"
Tan al alba, Carlos, para
siempre. Tan con nosotros,
Carlos, compañero.
Hasta un nuevo alba, con tu
fuente. Hasta la victoria,
siempre, compañero
No hay comentarios:
Publicar un comentario