viernes, 30 de diciembre de 2011

Estaría bueno para el 2012....

(...) El derecho de soñar no figura entre los treinta derechos humanos que las Naciones Unidas proclamaron a fines de 1948. Pero si no fuera por él, y por las aguas que da de beber, los demás derechos se morirían de sed. Deliremos, pues, por un ratito. El mundo, que está patas arriba, se pondrá sobre sus pies:
El aire estará limpio de todo veneno que no venga de los miedos humanos y de las humanas pasiones; en las calles, los automóviles serán pisados por los perros. La gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por la computadora, ni será comprada por el supermercado, ni será mirada por el televisor. La gente TRABAJARÁ PARA VIVIR, EN LUGAR DE VIVIR PARA TRABAJAR. Se incorporará a los códigos penales el delito de estupidez, que cometen quienes viven por tener o por ganar, en vez de vivir nomás, como canta el pájaro sin saber que canta y como juega el niño sin saber que juega; en ningún país irán presos los muchachos que se nieguen a hacer el servicio militar, sino los que quieran hacerlo; los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas; (...) los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos;los políticos no creerán que a los pobres les encanta comer promesas;(...) el mundo ya NO ESTARÁ EN GUERRA CONTRA LOS POBRES, SINO CONTRA LA POBREZA, y la industria militar no tendrá más remedio que DECLARARSE EN QUIEBRA por siempre jamás; la comida no será una mercancía, ni la comunicación un negocio, porque la comida y la comunicación son derechos humanos; nadie morirá de hambre, porque nadie morirá de indigestión; los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura, porque no habrá niños de la calle; los niños ricos no serán tratados como si fueran dinero, porque no habrá niños ricos; la educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla; la policía no será la maldición de quienes no pueden comprarla; la justicia y la libertad, hermanas siamesas condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, bien pegaditas, espalda contra espalda;(...); en Argentina, las locas de la Plaza de Mayo serán un ejemplo de salud mental, porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria;(...); serán reforestados los desiertos del mundo y los desiertos del alma; los desesperados serán esperados y los perdidos serán encontrados, porque ellos son los que se desesperaron de tanto esperar y los que se perdieron de tanto buscar; seremos contemporáneos y compatriotas de todos los que tengan voluntad de justicia y voluntad de belleza, hayan nacido donde hayan nacido, y hayan vivido cuando hayan vivido, sin que importen ni un poquito, las fronteras del mapa o del tiempo; (...) CADA NOCHE SERÁ VIVIDA COMO SI FUERA LA ÚLTIMA Y CADA DÍA COMO SI FUERA EL PRIMERO.”
(Eduardo Galeano, “Patas Arriba”)

lunes, 19 de diciembre de 2011

Solo

Estuve escuchando , mirando y aplaudiendo ayer en mi ciudad a Juan Carlos Baglietto con Lito Vitale y después a Fito Páez.
Estuvieron en un festejo por la reasunción de mi, por segunda vez gobernadora, Fabiana Ríos.
Y por eso transcribo la letra...no puedo transcribir la tremenda emoción que me causa esta hermosa canción de Jorge Fandermole




Solo como al aclarar éste el lucero
como el ojo pálido del cielo
va girando en órbita lunar.
Solo como el primer hombre de la tierra
como el último lobo de Inglaterra
como el viejo más viejo del lugar.
Solo como uno va hilando sus ensueños
como el monstruo que sobrevivió un milenio
y se esconde en una gruta bajo el mar.
Solo como el que tiene la virtud del mago
como el que conduce un pueblo hacia el estrago
mientras imagina la felicidad.
Solo como el esclavo solo bajo el yugo
como la conciencia del verdugo
o el único beso del traidor.

Solo como un grandioso golpe de la suerte
como cada uno frente a su propia muerte
solo como un ángel exterminador.
Solo como un Dios que niegan sus criaturas
como el que dio color a su locura
y pintó los cuervos y el trigal.
Solo como está en su mundo cada muerto
como la voz que calla en el desierto
como el que dijo siempre la verdad.
Solo como el que ve todo más claro
solo como la atenta luz de un faro
o el último minuto del alcohol.

Solo como este mismo instante que se pierde
como el único que ha visto el rayo verde
cuando se cayó el último sol.

Solo como el que desentraña algún presagio
como el único vivo del naufragio
como todo el que pierde la razón.
Solo como el que se extravió sin darse cuenta
como un ave ciega en la tormenta
asÌ estoy en el mundo sin tu amor.
Solo como si fuese un animal eterno
clavado en la puerta del infierno
asÌ estoy en el mundo sin tu amor.

jueves, 15 de diciembre de 2011

CONTRATAPA › ARTE DE ULTIMAR. 12/12/11



Sobre la distorsión que produce no querer escuchar

Por Juan Sasturain

Tras la asunción del sábado, tras los actos y los discursos y sus repercusiones, queda claro una vez más que –parafraseando a Wilde y a Twain– asistimos a una auténtica decadencia en el arte de escuchar. Cualquiera oye pero parece que muchos no escuchan. Y si escuchan, no parecen entender. En la Argentina hay peores sordos que los que no quieren oír: son los que escuchan pero que pareciera que no. Los que no se hacen los sordos sino los boludos. Y tienen sus razones.

Nos puede agradar o no el estilo oratorio de la Presidente –yo, como tantos, tengo serias reservas sobre el uso de ciertos énfasis, referencias y recursos retóricos: cuestión de gustos–, pero no cabe ninguna duda de que es, lejos, muy lejos, la mejor. Quiero decir: en términos de aptitud política, acopio de saberes y descripción de medios y objetivos, Cristina –cuando habla, cuando explica y describe– maneja conceptos y formula definiciones, establece correlaciones y clarifica cuestiones con la solidez de una estadista. Ocupa ese lugar con una soltura e idoneidad que acá nadie antes y en mucho tiempo. Sólo la ceguera y el prejuicio pueden echarle alguna sombra en ese aspecto. Es un cuadro político excepcional. Un fierro. Y además –creemos muchos– no sólo tiene razón en lo que dice sino que lo que dice se parece mucho, todo lo que puede, a lo que hace, a lo que quiere e intenta hacer. La solidez y la sensación de convicción provienen de esa coherencia, supongo.

Por eso es por lo menos curioso que todos hayan oído lo que dijo pero muchos no hayan querido escuchar de qué se trata.

Pocas veces se ha bajado línea tan clara y programática en términos de Política económica, así, con mayúscula (y lo dice este gil, que sabe poco –como la mayoría– de datos y nomenclatura técnica, pero que no come vidrio), ya que de eso habló Cristina, no de otra cosa: lo demás son detalles, temas derivados. En ese sentido, su defensa de la economía real –la basada en la producción, la inversión y el trabajo– en oposición a la economía especulativa –la que saca sus números y cuentas de resultados de los balances de los bancos y de las pizarras de los ladrones– es ejemplar. Y su énfasis en poner el ojo y la atención en el comercio interior y exterior, con lo que significa de saludable contralor a la circulación de las divisas y el equilibrio de la balanza de pagos, ni hablar. Vamos por ahí, como toda nación soberana (que alguna vez lo fuimos).

Fue conmovedor –romper el chanchito familiar, leer el papelito con los números de entradas y salidas– verla hacer la ominosa cuenta del costo en millones de verdes que suma el desembolso por pago de perversa deuda externa en retirada, y el goteo diario o casi por auxilios del Central para neutralizar las provocadas y frustradas corridas cambiarias de la puta Patria Financiera. Pese a eso, revisando el chanchito, ahí están –aunque podrían ser el doble– los cuarenta y pico mil millones de reservas, bancándosela. En fin... Grande, Presidente.

Ahora, a mí me va a gustar ver, en este país de buena gente, cómo los buenos representantes del pueblo y las provincias avanzan, desde el Congreso, con las leyes que regulen las condiciones de propiedad y explotación de la tierra y el funcionamiento de las entidades financieras, entre otros instrumentos legales que devuelvan soberanía en zonas hasta ahora liberadas para los ladrones. Me gustaría –nos gustaría– coherentemente, verlo. A Cristina también, claro. Habló de eso, lo recordó sin ira. Sería una manera de empezar a reparar el daño que este mismo Congreso soberano –formado por nuestra buena gente– causó por acción y omisión –no lo olvidemos– en tiempos no muy lejanos de culposo espejismo neoliberal.

La distorsión que produce el no querer escuchar lo que dijo Cristina en el pintoresco y sombrío, distendido y tenso discurso de la asunción, el sábado, puede ser fatal para comentaristas sesgados en general y analistas políticos de mala o cortada leche en particular. Se van a enterar por otros medios y en otras palabras que no son las suyas, que viven en un país saludablemente distinto del suyo: ése que no quieren ni oír soñar.