sábado, 23 de febrero de 2013

Mirador del Martial



dedicado a Rita que lo pidió


El Club Andino Río Grande propuso un trekking al Glaciar Martial para el 17 de marzo.
Recién llegaba de vacaciones, ví fotos de salidas anteriores, llenos de gente, lagunas, sol y sonrisas y no lo pensé dos veces...fui y me anoté.
Como iba a ser un domingo, viajé el día anterior a Ushuaia para no salir tan temprano desde Río Grande el mismo día.
La noche anterior comenzó a llover, se lo comenté a una amiga de allá y me dijo que no había que preocuparse que esa lluvia era pasajera. Llovió toda la noche y amaneció lloviendo.
Se me ocurrió pensar que el trekking se suspendería y como no logré comunicarme con nadie del Club, fui nomás hasta el estacionamiento del Martial a la hora señalada.
Allí ya había gente -poca-...pero me dijeron que no, no se suspendía por lluvia. Preguntaron si llevaba el par extra de medias....ay...no...dije bajito...me olvidé.
No, no importa, es por las dudas...Gorro? Guantes?
Sí, sí, claro...por supuesto!
La gente fue llegando ...salimos como una hora y media más tarde de lo previsto. Claro, habían tardado porque en el paso cordillerano había mucha nieve entre otros percances....
Lógico: la lluvia de abajo era la nieve de arriba, cómo no haberme dado cuenta?
No hubo mucha entrada en calor...comenzamos a subir en fila india por una zona muy arbolada y con mucha turba y chorrillos, digamos: harta humedad....A poco de andar, ya se hicieron sentir en mí los efectos de la poca preparación física que había tenido en el último año...poca y ...nada!
Cerraba el grupo uno de los guías del Club Andino, se presentó como “el Chino” era el que me había preguntado por las medias extra apenas llegué...tranquilo, paciente, respetuoso, me esperaba, me explicaba como “cambiar el aire” cómo debía hacerlo para que fuera efectivo.
Yo intentaba hacerle caso absolutamnete, pero andaba un poco más y me volvía a cansar.
Creo que fue ahí que le dije....”Y si me vuelvo?”
Insistió que no, que podría, que era sólo cuestión de cambiar el aire...yo pensaba que tenía que haber cambiado los pulmones, o el par de piernas....
En fin, seguí subiendo.
Cuando de repente la subida se hacía menos empinada, yo me recuperaba ampliamente y hasta me parecía posible seguir subiendo airosamente, pero no...
en un momento determinado paramos porque se iban a acabar los arbolitos y empezaba la subida más complicada...ahí Patrricia quien era la ideóloga de esa ascensión preguntó si alguien tenía las medias húmedas.,..respondí sólo yo....”Yo...sí”. Nadie más.
A lo cual Patricia dijo “Te las vas a tener que cambiar, yo te ayudo”
A toda costa intenté convencerla de lo contrario, pero más que nada porque me parecía que era una dilación para el grupo...se lo dije al Chino “Me van a odiar, los estoy retrasando” El se rió y le restó importancia.
Patricia efectivamente me re ayudó, y yo sola no hubiera podido hacerlo, o hubiera tardado un siglo...Seguimos camino y efectivamente con medias secas se sentía diferente, mucho mejor.
Continuamos el ascenso y cada vez se ponía más complicado, comenzó a nevar y por momentos soplaba tanto viento...ese “viento blanco” que no recordaba desde hace años haberlo sufrido...
Creo que fue en esa misma aerosillla del Martial hace muchísimos años...no sé si no fue cuando subimos con Julio María y Patricia Jurado con Natalia, que soplaba ese viento blanco.
El esfuerzo que representaba para mí era cada vez más importante, como tardaba en recuperarme y seguía subiendo, era cada vez más seguido que tenía que parar...
El Chino seguía bancando como el mejor, charlamos bastante en todo el camino, me contó de su colegio secundario, de cuando se fue a estudiar a Buenos Aires, de la enfermedad de su abuela, de cómo se fue deteriorando su salud a pasos agigantados, de por qué no pudo seguir estudiando...
De la mamá de su hija, por qué terminó su matrimonio, de su novia actual: Laura “futura señora” que estaba ahí en el trekking con nosotros y con su primo Matute....
Por momento a pesar del buen humor del Chino, entre el cansancio y la nieve yo me sentía como en una expedición al polo sur hace un siglo...
Tenía mi cámara de fotos en la mochila, al igual que algo para beber, manteca de cacao para los labios, pañuelos en el bolsillo, pero no quería hacer nada que no fuera concentrarme en subir....no saqué fotos, no bebí nada, cada tanto eso sí paraba, aparte de para descansar para sonarme la nariz, a veces no lo hacía en el momento más adecuado...por ejemplo en el medio de todo el viento sonándome la nariz...ay!
Nevaba, hacía frío, viento blanco, me costaba un huevo y medio seguir subiendo...ya no podía arrepentirme...estaba ahí de llegar a la cumbre... a la que no se llegaba nunca...

El Chino preguntaba por handy a Pato cuánto les faltaba a ellos para llegar y ella decía 5 minutos y entonces él decía “A nosotros nos faltan 15”.
Pasaban los 15 y los 20 y no llegábamos a ninguna parte...
Cuando faltaba nada para subir aparece una chica con campera naranja, sin bastones, con un mísero gorrito de lana gris y pregunta "Are you a group?"
Yo le dije en inglés que sí, que éramos del Club Andino Río Grande, que de dónde era ella..."From Russia"
Subía la montaña como quien sube la escalera de su casa, yo a esa altura -de la montaña y del trekking- subía diez pasos, tenía taquicardia y tenía que parar.
Encima me daba vergüenza, por lo que continuaba sin esperar a recuperarme...y seguía subiendo y así sucesivamente...
Finalmente llegué arriba, salí en la foto, "la fabulosa vista de la ciudad de Ushuaia" no existió mas que por 4 minutos debido justamente a las nubes y la nieve...

Después del trekking me hice una siesta, y a la noche fui a la milonga! El baile es más liviano que el trekking...
Ya anunciaron uno próximo, al Cerro del Medio en Ushuaia, realmente me encantaría ir, pero lo enmarcaron en “dificultad media-alta” -al igual que lo era el del Mirador del Martial-, también es un domingo....creo que voy a ir a Ushuaia, pero en esta oportunidad, sólo a la milonga....

viernes, 15 de febrero de 2013

Enamorarse en Valparaíso




Yo sabía.
Sabía que en Valparaíso me iba a enamorar.
Y también sabía que no iba a ser el caso de enamorarme así como si nada, no, sabía positivamente que iba a enamorarme perdidamente.
Apaixonarme
No me quedaba claro antes de llegar si iba a reencontrarme con aquel novio chileno que había tenido en Bolivia en mi juventud a quien abandoné, o si iba a encontrar algún porteño casi de mi edad o más joven, quizás algún cantor, un poeta, algún actor...
El día que llegamos con Paula, tras largo viaje pues había habido un par de vuelcos de camiones en la ruta y eso hizo que todo se demorara mucho, fuimos a cenar al “Cinzano” típico bar porteño de hace mil.
El mozo nos atendió medio como cansado, nos hizo saber rápidamente el horario de cierre -para el que faltaba escasa hora- como escuché a alguien que cantaba mientras tocaba la guitarra pregunté si se cobraba derecho a espectáculo, a lo que también me respondió de mala manera...en fin, nos quedamos igual, pese al mozo.
El cantante cantaba en francés, y luego cantó algunas canciones muy conocidas de Víctor Jara, Violeta Parra, pero no, no era él de quien habría de enamorarme...lo supe.
Al otro día fuimos a desayunar con Paula al lado del hotel -a ella no le copó el desayuno y a mi sí- yo estaba decidida a que todo me cayera bien hasta encontrar a mi enamorado.
Luego del desayuno salimos a caminar sin rumbo fijo, pero en dirección a la zona bancaria, y ya ahí me dí cuenta...
Me estaba enamorando perdidamente de Valparaíso.
Al caminar sus calles, ver las vidrieras de los comercios, las fachadas de los edificios, los troles que avanzaban por las calles, le gente con las que nos cruzábamos...
El mozo del café, el vendedor de diarios, el de lotería, la entrada a aquel ascensor de 1912 que llevaba a ese paseo...
La Sebastiana: la casa de Neruda en Valparaíso, escuchar cómo se la encargó a sus amigos, cómo la fue armando, estar ahí y ver los paisajes que el veía, las bromas que hacía, saber cuánto le gustó estar ahí...
Al otro día visitar Isla Negra y otro tanto, ver cómo hizo crecer su casa, el mar que veía ese navegante de tantos mares en tierra, los barcos que coleccionaba, las botellas, los mascarones de proa, su escritorio y cómo lo encontró, cómo se lo entregó el mar, la mano de Matilde en bronce sobre él para no olvidarla, para acariciarla siempre...
Volver a subir y bajar los cerros, deleitarme infinitamente con el arte urbano de Valpo,..escuchar en el parque Italia a los Inti Illimani, tantas veces escuchados en casa y ahora escucharlos en su tierra...cantar ellos la canción a Valparaíso del gitano Rodríguez...sentirme entre esa gente con ganas de pedir también por la educación de los jóvenes en Chile y junto a Eva Ayllón decirle no al femicidio y a la violencia contra las mujeres...
Tan enamorada de Valparaíso, que voy a tener que volver...estuve poco tiempo, conocí poca gente...subí y bajé pocos cerros, y para que el amor se mantenga vivo hay que seguir viéndose.
Ya estoy volviendo Valpo, espérame!

300 años después...

Contigo
por Joaquín Sabina


Yo no quiero un amor civilizado,
con recibos y escena del sofá;
yo no quiero que viajes al pasado
y vuelvas del mercado
con ganas de llorar.
Yo no quiero vecínas con pucheros;
yo no quiero sembrar ni compartir;
yo no quiero catorce de febrero
ni cumpleaños feliz.
Yo no quiero cargar con tus maletas;
yo no quiero que elijas mi champú;
yo no quiero mudarme de planeta,
cortarme la coleta,
brindar a tu salud.
Yo no quiero domingos por la tarde;
yo no quiero columpio en el jardin;
lo que yo quiero, corazón cobarde,
es que mueras por mí.
Y morirme contigo si te matas
y matarme contigo si te mueres
porque el amor cuando no muere mata
porque amores que matan nunca mueren.
Yo no quiero juntar para mañana,
no me pidas llegar a fin de mes;
yo no quiero comerme una manzana
dos veces por semana
sin ganas de comer.
Yo no quiero calor de invernadero;
yo no quiero besar tu cicatriz;
yo no quiero París con aguacero
ni Venecia sin tí.
No me esperes a las doce en el juzgado;
no me digas “volvamos a empezar”;
yo no quiero ni libre ni ocupado,
ni carne ni pecado,
ni orgullo ni piedad.
Yo no quiero saber por qué lo hiciste;
yo no quiero contigo ni sin ti;
lo que yo quiero, muchacha de ojos tristes,
es que mueras por mí.
Y morirme contigo si te matas
y matarme contigo si te mueres
porque el amor cuando no muere mata
porque amores que matan nunca mueren.