miércoles, 15 de agosto de 2018

15 de agosto: Santa María

En realidad el 15 de agosto según el Santoral es  el día de la “Solemnidad de la Asunción de la bienaventurada Virgen María, Madre de nuestro Dios y Señor Jesucristo, que, acabado el curso de su vida en la tierra, fue elevada en cuerpo y alma a la gloria de los cielos”.
Pero en casa, para nosotros era Santa María.
Y mi bisabuela se llamaba María. María Gutiérrez de Diz.
Y por ende el 15 de agosto festejábamos su cumpleaños-santo. Cuando era chica me había quedado la idea que como la bisabuela había sido una niña expósita, y en aquellas épocas -1877- no se anotaba a los niños apenas nacían sino que a veces pasaban unos cuantos días o meses, habían dejado estipulado el día del santo para festejarle.
En verdad recuerdo sólo 2 cumpleaños. Uno fue en la casa de la tía “Perfa”, la hija mayor de la bisabuela; María Perfecta Diz, “Perfa”, que sí y como su nombre lo indicaba había nacido un 15 de agosto, modista de alta costura que vivía en el barrio de Once. Recuerdo su casa como si ayer hubiera vuelto por última vez, me encantaba. Era un primer piso por ascensor aunque en aquellas épocas “El propietario no se responsabilizara por el uso del mismo…habiendo escaleras…”, genial ese cartel. Un lavarse las manos ante la tecnología impresionante, en la calle 24 de noviembre casi Belgrano, cerca del Hospital Ramos Mejía.
Era un departamento de dos dormitorios, living, comedor, cocina, pero aparte había una escalera caracol que llevaba a un cuartito en el segundo piso donde la tía tenía su cuarto de costura. Y allí estaba toda la magia de ese lugar, mucho no me gustaba el subir la escalera, era como que pasábamos por un lugar donde estaba el techo del departamento de abajo, y en ese techo algo que ahora llamaríamos “membrana”, de color negro, y sobre la que había gran cantidad de …basura…nada grave, papeles, por suerte hace 55 años tanto plástico no habría, pero no era lindo de ver, no me gustaba, y también había un olor particular en esa subida…pero llegar arriba: era la gloria!
La tía tenía un maniquí gigante, una mesa inmensa sobre la que descansaban cortes de tela, tijeras, cintas métricas, alfileteros, hilos de distintos colores, muchas tijeras, una escuadra gigante!, tizas varias de distintos colores y muy finitas, cuadernos con muchísimos números, un gran canasto bajo la mesa con cientos de retazos de tela que ella siempre me ofrecía para hacerle “vestiditos a las muñecas” y que yo aceptaba de buen grado. Por supuesto que también había un par de máquinas de coser, una Singer y otra.
Como sea lo que más me maravillaba era un imán…gigantesco! Y la tía me decía…”Querés juntar los alfileres y agujas que están por el piso?”. Y yo siempre quería.
Y entonces fue uno de los cumples de mi bisabuela, de la abuela “Ata” como yo la llamé siendo muy pequeña, yo debo haber tenido unos 9 años calculo. A poco de llegar mi tía me dice “Vamos a hacer un chocolate con vainillas, pero calculé mal, podrías Cristinita ir a comprar media libra más de chocolate?” Y lógicamente dije que sí, me explicaron dónde ir, lo memoricé…y me repetía “media libra, media libra”. Yo no sabía qué era una media libra, yo sabía lo que era una tableta de chocolate….pero media libra…
Finalmente llegué al negocio y pedí lo indicado, y por suerte la señora me entendió y me dio…una tableta de chocolate para taza, el mismo que comprábamos en casa…
Es muy rico el chocolate con vainillas en Buenos Aires en agosto.
El segundo que recuerdo es cuando la bisabuela cumplió 90 años, o bien decidieron que esa era la fecha. Ya vivíamos en Flores de nuevo pero, el cumple se hizo en Ituzaingó, en la casa que mi abuela Delia compartía con su mamá…Ata. Mamá hizo una torta de tres pisos, la cubrió con un baño hecho con pasta de almendras de color verde –Tito el marido de mi madrina Marta que era odontólogo decía que tenía clorofila- y le puso 90…sí: noventa velitas!
Y en verdad, no recuerdo ningún otro, la abuela Ata murió antes de cumplir 91, porque murió el 2 de agosto del 68, yo aún no había cumplido 15 años. Fue muy triste. Sus últimos días los pasó en la casa de la tía Perfa, luego de una cirugía de fractura de cadera, sin haber recuperado nunca del todo la claridad mental.
Hacía 50 años casi que las lágrimas no acudían a mis ojos con estos recuerdos.
Feliz santo abuela Ata!


miércoles, 8 de agosto de 2018

Operación "araña" en Chacra II, Río Grande, TDF, el 7/8/2018

Escrito por mi amiga Celia Pérez Mathiasen, bibliotecaria jubilada del Poder Judicial de TDF, Zona Norte.

La noche de los pañuelos verdes

 Éramos dos jubiladas con ánimo de estudiantes, dos o tres mujeres de más de 40 y varias bastante más jóvenes. Formamos una de las varias cuadrillas que casi a medianoche manifestaron su apoyo a la ley del IVE anudando pañuelos, cintas y banderas verdes en sitios públicos. Lloviznaba y poca gente andaba por la calle. Barro por doquier.
   
 A nuestro grupo le tocaron Chacra 4 y San Martín de I. Malvinas hasta el final. Dejamos nuestra huella en mástiles, postes, rejas. A la estatua del P. Zink fue imposible abrigarle el cuello por su altura, pero un brazo sirvió. Sí alcanzamos el cuello del shelknam de San Martín y Pellegrini. En el puente peatonal sobre la ruta 3, atamos pañuelos y desplegamos banderas. Por anudar un trapo verde a una máquina vial, me mojé los pies; poco me importó: me sentía otra vez a principios de los ’70.
  
 Otras compañeras se encargaron de las deformes bestias de la Plaza de los Animales. Nada quedó mejor que las blancas ovejas del monumento encabezado por la leyenda Ovejero Fueguino, por si alguien dudara de lo que representa. Cuando fuimos a verlo con nuestros propios ojos, los animales estaban como siempre. Una de nosotras observó un bulto verde en la vereda y se abalanzó a recogerlo, impregnado de nafta. Los machos de la gomería El Ciclón se reían.
   
 Hoy, cerca del mediodía, al ona se le enfriaba el cuello y no vi más verdes que los del puente.