Diciembre 2014. Llegan mis hermanas, se va Panda a Ushuaia, y me toca ocupar la misma habitación que fuera mía desde mis quince años hasta que mi hijo mayor Juan, tuviera casi uno.
Todos esos años excepto el 76 que prácticamente no estuve.
Acá estudiaba para los exámenes del secundario "los cuatrimestrales".
Escuchaba radio durante todo el día en que no estaba en el colegio, y a veces toda la noche.
Las radios eran a "lámparas" y una noche que me olvidé una de las que tuve prendida, se derritió parte del plástico de la carcaza, peligroso.
Estudié para el ingreso a Medicina, y en el mismo lugar casi toda la carrera.
Tenía una hermosa mesa-escritorio, que quedaba guardada dentro de un placar -en la casa anterior había sido de mis hermanas menores- yo escribía con lápiz y luego borraba, en la madera de la mesa.
Adentro del mueble había estantes y allí guardaba lápices, cuadernos libros, hojas de carpeta.
Tenía una muy pequeña biblioteca de dos o tres estantes que creo que es la que subsiste en la pared, amurada con esas ménsulas de hierrro que mi padre solía usar para los estantes donde fuera.
Recuerdo un pequeño cartelito que tenía en la puerta y que desde el lado de afuera se leía "No molestar: genio trabajando". Me encantaba, creo que verdaderamente me sentía un genio aunque mi humildad o bien mi poca autoestima me impidiera reconocerlo abiertamente.
En este cuarto concebí a mi primer hijo, fueron hermosos momentos, al menos para mí, creo que para el padre de mi hijo también, estoy casi segura que sí.
Más tarde la vida y nosotros mismos, fuimos lo fuimos complicando un poco y los "juveniles desatinos" quedaron ensombrecidos por el laburo y la profesión.
Aún recuerdo la emoción cuando al mudarnos a esta casa, y sabiendo previamente que mi cuarto era este, subí por primera vez. anteriormente había compartido cuarto con mis dos hermanas menores, y siendo más grande el living de nuestro departamento, sola sí, pero en un living, cero privacidad. Estar en mi cuarto propio era maravilloso!
No era tan lindo como pensaba, el piso estaba re feo, pusieron un lavarropas en el cuarto de al lado, pero bueno, era mi propio cuarto, podía cerrar la puerta!
46 años más tarde, dormiré con Milos -el gato de mi hija- en una noche de verano, con la puerta abierta y sin radio.
Caramba!
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