Mañana 7 de febrero de
2014, mi mamá -Susi- hubiera cumplido 86 años. Muchos.
Ya le parecieron a ella
muchos sus 84 cuando murió.
Mi hijo Juan equivocó la
fecha y el 4 me llamó al celular y me preguntaba una y otra vez cómo
estaba.
Él se refería a eso, al
cumple de Susi, y debe haber pensado que yo me sentía mal al
rememorar esa fecha.
Y yo me siento mal casi
todos los días.
Es raro que pase un día sin
que haya pensado en mamá, le hablo mentalmente, le pregunto cosas,
cuando veo fotos de ella mentalmente pienso “mamuschka...” y
queda ahí, sólo en nombrarla.
Hay días en que siento y la
recuerdo más que otros y con mi personalidad culpógena no dejo de
acusarme.
Cuando me pienso en sus
últimos días me siento mal, me vuelven la impotencia, la tristeza,
el verla tan distinta, tan otra, tan lo que no era, y yo sin darme
cuenta o equivocando el diagnóstico.
Y yo por qué tenía que
tener un diagnóstico?, no era su médica, era su hija.
Y también de pronto
sentirla desvalida y grande, anciana como ella decía y no haberme
dado cuenta, no haberme dado cabal cuenta que iba envejeciendo y nos
necesitaba más.
Lo que también ocurrió hoy
fue ver fotos, fotos de cumpleaños, navidades, cumpleaños de mis
sobrinos, yo nunca estaba. También me culpo a mí misma por eso. De
haberme ido lejos, muy lejos, evidentemente era lo que quería en ese
momento. Y lo logré, me fui lejos y ya no teníamos que discutir
para las fiestas, dónde van, dónde lo pasan.
Me culpo también por mi
intolerancia, y no cuando era joven y mamá también, mi intolerancia
hace pocos años y ella que se enojaba y me lo recriminaba.
Como hago yo con mis hijos
ahora, sobre todo con Panda y con Juan.
Hasta a veces me imagino
diciendo “ya van a ver cuando ya no esté, como me van a extrañar
y como se van a arrepentir por ser intolerantes”.
Pero mis hijos no nacieron
de un repollo y yo tampoco.
Estoy mucho en su casa,
donde ahora hay nietos y gatos.
Al principio yo también
hubiera querido que la casa quedara igual, pero también me daba
cuenta que no podíamos convertir la casa en un museo, conservar todo
tal cual, no fuera a ser que mamá se despertara de la siesta y nos
retara por haber cambiado cosas de lugar.
Y la casa está buena así,
con jóvenes, con música, con comidas que se comen a cualquier hora,
con pantallas de lámparas que se van interviniendo, con plantas que
se siguen cuidando, con Eli que duerme en la habitacion de la abuela
que después fue el cuarto de la compu de mamá, y yo ahora en la de
las chicas, y Panda en la que fuera mía, y Victoria en la suya.
Recién Victoria me
sorprendió llorando y le dije que no se preocupara, que yo era
melodramática.
Viendo las fotos veo que
vivió una buena vida, trabajó mucho, muchísimo, por nosotras para
nosotras, pero también pasó buenos momentos en sus viajes, tomando
el té con sus amigas, juntándose para jugar a las cartas, cantando
en el coro -eso era algo que le fascinaba- le ponía todas las pilas
al coro.
Militó contra el cierre de
la Casa del Jubilado donde se juntaban a cantar, y logró que no la
cerraran, dejó grabado un CD para Ernes con canciones.
Ernes fue una de las grandes
cosas que le pasaron en sus últimos dos años de vida, hasta dejó
de fumar cuando nació su bisnieto. Y Juan se convirtió ante sus
ojos en el mejor padre del mundo.
Desde su blog comenzó a
militar en política, siempre había sido gorila y con Juan, Néstor
y Cristina se convirtió no sólo en kirchnerista, sino en peronista.
Recuerdo el día que murió
Néstor, hablamos por teléfono, y me dijo “Cris, nosotras no nos
dimos cuenta de todo lo que significó este tipo para el país, no lo
podíamos vislumbrar”, terriblemente apenada.
Lamentó mucho la muerte de
Mercedes Sosa, de Alfonsín.Yo me imagino cómo habría sufrido
cuando se murió Hugo Chávez.
Yo sigo con mi duelo, no
puedo parar, no sé cuándo acabará, si es que acaba. Muchísimas
veces por día, por semana, me siento, me veo haciendo, pensando o
diciendo cosas que sé que hubiera dicho mamá. El otro día mi
hermana Paula miró una foto mía reciente y dijo, mirá, estás re
parecida a mamá. Y yo siempre pensé que era Paula la parecida.
Me gustaría escribir con
metáforas, pero no puedo, como Pri Vallone, que se sigue doliendo y
doliendo como yo, pero es muchísimo más joven y escribe su dolor,
por ejemplo así:
Tengo vidrios en la cabeza
si tuviera un eje estaría
demolido
vidrio molido en la boca
tengo vidrios en la columna
entre las vértebras
recostarme sobre mi espalda
es recortar formas en mi
piel
y luego verlas sangrar
marcar los dias que fui
los que me quedan
los que no son
teñir el horizonte de rojo
seguir mi huella de la noche
anterior
los vidrios que deje para
pisar otra vez
tengo vidrios desgarrándome
los ojos
vidrios en la lengua
esto es poder escupir y
tragar todos los vértices del duelo
y decir
y no decirme
quiebro
Pri Vallone
Mi bisabuela, mi abuela, mi
mamá. Yo sé que esas mujeres me están cuidando, lo siento, lo
presiento, sé que estan cerca mío.
Feliz cumpleaños mamá,
donde sea que estés!
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