La Negra
“Mi historia, es una historia colectiva, de
militancia como opción en la vida para no andar por ahí mirándose solo el
ombligo, es caminar con la memoria viva, con mis ausencias que son las
ausencias de todo un pueblo, ausencias que son futuro”, esto dijo la Negra
-Élida Deheza- en el mes de agosto cuando le entregaron el reconocimiento
“Evita compañera”, en el Senado de la Nación.
La conocí en el 91, por entonces yo estaba en la
Secretaría General de ATE
Una tarde vino al sindicato con otra compañera, yo
las había visto antes y sabía sus nombres, Silvia y la Negra, y estaban en el
Sindicato docente.
La razón por la cual le decían Negra era evidente,
por el color de su piel, muy oscura realmente, su pelo también era negro y
lacio, largo hasta los hombros, con raya al medio y un pequeño flequillo. Usaba
anteojos. Cuando hablaba era impresionante, se hacía un silencio de biblioteca,
todos la escuchaban.
No hesitaba al hablar no tenía muletillas o sólo
una y muy simpática –al menos a mí me parecía “no sé si soy clara
compañeros”, por ahí se tragaba las eses porque es de Santa Fe.
Y era clara, más “claro” echale agua decíamos.
Era portera en el Centro Polivalente de Arte, no
docentes les decían, nosotros preferíamos el término de “auxiliares de la
Educación”, en lugar de calificar por la no pertenencia a algún sector.
Nos seguimos viendo porque las acciones entre los
dos sindicatos eran semejantes. Pasó un tiempo y no recuerdo de qué manera me
enteré que ella había estado presa 6 años, detenida-desaparecida, militaba en
el peronismo, y estuvo presa en Buenos Aires y Santa Fe.
Cuando Tierra del Fuego pasó a ser Provincia a
principios del 92, los docentes nacionales desaparecieron como tales y un
sindicato conjunto entre los docentes primarios y secundarios, en el Estatuto
integraban a los auxiliares de la Educación, y la Negra quedó como una de las
dirigentes del Sindicato.
En 1996, a 20 años del golpe, nos juntamos con
otros dos gremios estatales, pasamos una película y se armó una mesa donde los
dirigentes, daban testimonio de sus experiencias personales en el 76.
Cuando empezó a hablar la Negra, con su voz
calmada, tranquila, cadenciosa, clarísima en sus apreciaciones, en la elección
de las palabras, los calificativos, era exacta, se hizo un silencio de esos que
se pueden cortar con cuchillo. Todos atentos.
La emoción por lo que ella había pasado y la bronca
por el olvido y el perdón hicieron que el auditorio estallara en aplausos que
parecían no terminar más. Yo me acerqué a ella cuando todo terminó, la abracé,
la felicité por su palabras, ella se emocionó y lloró, yo también y comentó que
pensaba que nunca habría podido contar sus experiencias públicamente, sólo a
los más allegados, sus familiares, que era la primera vez que lo hacía.
Un día me di cuenta que la Negra se enrulaba un
mechón de pelo entre los dedos, exactamente como hacía yo desde tiempos
inmemoriales, y al hacérselo notar me contó que ella empezó a hacer eso cuando
estaba presa. Contaba que era tanta la desesperación que sentía al estar
encerrada, que deshacía con sus manos, la gomaespuma de la almohada y luego la
del colchón, hasta que quedaba todo deshecho y que no podía evitarlo. Hasta que
en un momento determinado empezó a mecerse el cabello, para no seguir
destruyendo almohadas y colchones, y se le había quedado esa costumbre fijada
desde hacía mucho tiempo y no podía evitarlo.
Lo mío, era una costumbre familiar.
En el año 2004 la Negra del S.U.T.E.F. (Sindicato
único de Trabajadores de la Educación) como le decíamos, porque también había y
sigue habiendo una Negra de la U.O.M. (Unión Obrera Metalúrgica), participó en
una lista que hicimos entre A.T.E. y su sindicato para las elecciones de
Directores para nuestra Obra Social unificada con la Caja de Previsión. Ganamos
por un margen amplísimo, y la Negra fue Directora. En esos momentos, como la
sede del Instituto estaba en Ushuaia solía viajar con otro compañero nuestro
que era legislador provincial y había sido Director de la Caja de Previsión
durante tres períodos, o sea: 9 años. Me imagino las charlas de esos dos amigos
entrañables en los 400 km de ida y vuelta de Río Grande a Ushuaia todas las
semanas durante tres años.
Luego de esos años en el IPAUSS (Instituto
Provincial Autárquico de la Seguridad Social), la Negra ganó en las siguientes
elecciones provinciales un cargo como Legisladora Provincial. Cuando terminó su
mandato volvió a la Escuela donde siempre había trabajado y está trabajando ahí
como portera, con su ética y su dignidad: intactas.
Le ofrecieron desde distintos partidos, puestos
políticos los que uno tras otro rechazó.
Cada 24 de marzo nos encuentra en un lugar que
erigimos entre todos, que hemos dado en llamar “Espacio para la Memoria”, y
siempre y año tras año toma la palabra y todos nos seguimos emocionando.
En noviembre de 2010 testificó en Rosario en la
causa en la que se juzgó y condenó a una parte de los genocidas del Servicio de
Informaciones de esa ciudad, uno de los lugares en los que estuvo detenida.
Y esto lo sobrellevó con una entereza a prueba de
todo, porque volver a recordar castigos y torturas debe ser algo terrible, pero
ella siempre dijo: lo hago por los compañeros muertos, por los desaparecidos,
tiene que hacerse Justicia, aunque haya pasado mucho tiempo.
Yo le entregué a la Negra mi
reconocimiento de “auténtica compañera” hace muchos años, casi desde que la
conocí, aunque no sigamos compartiendo los mismos espacios, hay un espacio que
justamente va más allá de los partidos políticos, de los sindicatos, de tal o
cual alianza, y es el Espacio de la Memoria, la Verdad y la Justicia.
Tenía que presentar una "semblanza" para el Taller de Periodismo virtual que estoy haciendo y elegí a la Negra.
Mi correctora que es Laura Giussani, periodista, me escribió en la devolución: "Cristina, hermoso personaje el elegido. Por suerte, este país tiene tantas Negras (y Negros) que mantienen una conducta por la memoria que nos ha permitido ser un emblema en cuanto a memoria y justicia en el mundo entero. Gracias por presentárnosla"
Y yo Negra, agradezco haberte conocido, y reconocido
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