martes, 23 de noviembre de 2010
Juan y Pedro
Después de 28 años de vivir y compartir juntos lo vivido, Juan y Pedro se casaron el 20 de noviembre de 2010. Como recordó Juan que dijo la presidenta Cristina Fernández de Kirchner..."Por primera vez, se votan leyes que acuerdan derechos a las personas en vez de recortárselos". Juan agradeció a Cristina y a Fabiana.
Junto a ellos estuvimos sus amigos felices de la vida
domingo, 14 de noviembre de 2010
Sobre cajones vacíos....
El “cajón vacío”, y la señora Legrand
Por Mariano Szkolnik
“…para ése he mandado a pregonar por toda la ciudad que nadie le honre con sepultura ni le llore, sino que lo dejen insepulto y su cuerpo expuesto ignominiosamente a las aves y a los perros para que lo devoren”
La costumbre de velar a los muertos a cajón cerrado es propia –aunque no excluyente– del pueblo judío. Siempre ha sido así. De este ritual tuve conocimiento a partir de una pérdida familiar. Un cuarto de siglo atrás, aprendí que los judíos velan a sus muertos de ese modo para respetarlos, para recordarlos tal y como deseáramos recordarlos, soslayando la imagen de un cuerpo inerme y desposeído de todo: de su color, de su vida, y de su alma. El cajón cerrado supone una postura existencial que excede al rito meramente religioso: supone el culto a la memoria. El cajón cerrado es, en este sentido, la victoria de la vida sobre la muerte. De todos modos, frente al abismo de la muerte, no hay un “mejor ritual”… cada cuál hace lo que puede.
La decisión de la presidenta fue única y maravillosa: sustrajo a los buitres el cuerpo de su esposo. El cajón cerrado nos obliga a recordar a Néstor Kirchner en vida, en su actividad, en su humor (o mal humor), con su rostro cubista y su mirada desconcertante. Claro, en el intento por superar la pérdida, siempre será más sencillo ver al fiambre y quedarse con eso, conservar esa última imagen... pero la memoria es más compleja, y excede al sentido de la vista. La memoria es un hecho político y social. El alma de los muertos, en nuestra creencia, no se eleva hacia una nube nueve o un séptimo cielo, sino que queda entre los vivos, en el recuerdo, en la memoria colectiva que la resignifica y le otorga un sentido preciso.
Cristina, al tiempo que nos entrega a un Néstor vivo, impidió que los mercaderes de la muerte publicasen en su tapa del jueves 28 de octubre la peor foto posible. Tengamos por seguro que no habrían seleccionado la imagen del Néstor vital, sino que agigantarían la impresión del cadáver aún insepulto. Con un macabro telebeam escrutarían al Néstor indefenso; Gelblung lo diseccionaría en su programa; se lo comerían en el almuerzo de Mirtha Legrand. De allí la miserable suspicacia, la legraniana teoría de que el cajón estaba vacío: Mirtha hubiera querido invitar a su mesa a Néstor Kirchner solo para masticar, paladear y deglutir su cadáver, acompañándolo con una guarnición de rúcula y arroz con azafrán, servido por una sirvienta trigueña, vestida con uniforme negro y delantal blanco, que es la expresión degradada del lugar que “la señora” le reserva a los sectores populares. Como Antígona de Sófocles, como Antígona Vélez de Leopoldo Marechal, Antígona Fernández decidió sepultar a su muerto y no dejar que las aves de rapiña y los perros de jauría desgarrasen su carne.
Mirtha, siempre igual a Mirtha, irreductiblemente Mirtha, nunca pudo ni podrá tragar a Néstor Kirchner, y aún ella, militante activa del odio y el olvido, deberá recordar a Néstor Kirchner en vida.
Señora Legrand: los únicos cajones que permanecen vacíos son los de los treinta mil desaparecidos. Por una vez en la vida, tenga decencia.
(Nueva Sión)(publicado en puedecolaborar.blogspot.com)
Szkolnik expresa claramente lo que casi siempre sentí en los velorios, comparto total y absolutamente lo que con tanta claridad escribe, y coincido en que la señora Legrand no tiene decencia.
Por Mariano Szkolnik
“…para ése he mandado a pregonar por toda la ciudad que nadie le honre con sepultura ni le llore, sino que lo dejen insepulto y su cuerpo expuesto ignominiosamente a las aves y a los perros para que lo devoren”
Antígona, Sófocles, 442 a. C.
La costumbre de velar a los muertos a cajón cerrado es propia –aunque no excluyente– del pueblo judío. Siempre ha sido así. De este ritual tuve conocimiento a partir de una pérdida familiar. Un cuarto de siglo atrás, aprendí que los judíos velan a sus muertos de ese modo para respetarlos, para recordarlos tal y como deseáramos recordarlos, soslayando la imagen de un cuerpo inerme y desposeído de todo: de su color, de su vida, y de su alma. El cajón cerrado supone una postura existencial que excede al rito meramente religioso: supone el culto a la memoria. El cajón cerrado es, en este sentido, la victoria de la vida sobre la muerte. De todos modos, frente al abismo de la muerte, no hay un “mejor ritual”… cada cuál hace lo que puede.
La decisión de la presidenta fue única y maravillosa: sustrajo a los buitres el cuerpo de su esposo. El cajón cerrado nos obliga a recordar a Néstor Kirchner en vida, en su actividad, en su humor (o mal humor), con su rostro cubista y su mirada desconcertante. Claro, en el intento por superar la pérdida, siempre será más sencillo ver al fiambre y quedarse con eso, conservar esa última imagen... pero la memoria es más compleja, y excede al sentido de la vista. La memoria es un hecho político y social. El alma de los muertos, en nuestra creencia, no se eleva hacia una nube nueve o un séptimo cielo, sino que queda entre los vivos, en el recuerdo, en la memoria colectiva que la resignifica y le otorga un sentido preciso.
Cristina, al tiempo que nos entrega a un Néstor vivo, impidió que los mercaderes de la muerte publicasen en su tapa del jueves 28 de octubre la peor foto posible. Tengamos por seguro que no habrían seleccionado la imagen del Néstor vital, sino que agigantarían la impresión del cadáver aún insepulto. Con un macabro telebeam escrutarían al Néstor indefenso; Gelblung lo diseccionaría en su programa; se lo comerían en el almuerzo de Mirtha Legrand. De allí la miserable suspicacia, la legraniana teoría de que el cajón estaba vacío: Mirtha hubiera querido invitar a su mesa a Néstor Kirchner solo para masticar, paladear y deglutir su cadáver, acompañándolo con una guarnición de rúcula y arroz con azafrán, servido por una sirvienta trigueña, vestida con uniforme negro y delantal blanco, que es la expresión degradada del lugar que “la señora” le reserva a los sectores populares. Como Antígona de Sófocles, como Antígona Vélez de Leopoldo Marechal, Antígona Fernández decidió sepultar a su muerto y no dejar que las aves de rapiña y los perros de jauría desgarrasen su carne.
Mirtha, siempre igual a Mirtha, irreductiblemente Mirtha, nunca pudo ni podrá tragar a Néstor Kirchner, y aún ella, militante activa del odio y el olvido, deberá recordar a Néstor Kirchner en vida.
Señora Legrand: los únicos cajones que permanecen vacíos son los de los treinta mil desaparecidos. Por una vez en la vida, tenga decencia.
(Nueva Sión)(publicado en puedecolaborar.blogspot.com)
Szkolnik expresa claramente lo que casi siempre sentí en los velorios, comparto total y absolutamente lo que con tanta claridad escribe, y coincido en que la señora Legrand no tiene decencia.
SR. MASSERA LE LLEGÒ SU TURNO.
A la muerte de un canallaLos canallas viven mucho, pero algún día se mueren |
jueves, 11 de noviembre de 2010
Néstor Kirchner no se murió, vive en el pueblo la puta que lo parió....!!
Esto lo escribí el 29 de octubre y me tomé un tiempo en pasarlo al blog. El facebook se está comiendo mis entradas al blog, y no está bien.
Me parece mejor esto como para dar testimonio, como que lo ven menos personas, pero las que entran al blog no es porque esté escrito en un muro, sino porque me conocen y -entiendo- respetan.
Es innecesario aclarar que no soy peronista ni kirchnerista como decía Mempo Giardinelli. (A mi nadie me ofreció una embajada en Cuba, porque creo que la hubiera aceptado).
Desde el que empezó el velatorio de Néstor Kirchner en la Casa de Gobierno miraba el canal 7 automáticamanete, todo el día el televisor prendido, compartí el programa de 678 el miércoles y me emocioné, y lloré, y mandé mensajes...
Antes, la mañana de la muerte, avisada por mi hermana Paula, mandé mensajes a mi gobernadora, hablé con mi hijo Juan que lloraba desconsolado...con Ana que también me llamó.
Desde un primer momento pensé en ella, en Cristina, pensé que los gorilas, Clarín, los poderosos, la oposición la iban a despedazar ahora que Kirchner no estaba. Que había que apoyarla...
A medida que pasaban las horas el panorama cambiaba, y cambiaban mis sensaciones.
Cuando aún antes que la C.G.T. convocara a reunión, la gente empezó a llegar a la plaza de Mayo y llegaban con llanto, con papeles, con flores, con deseos, con apoyo a Cristina...cuando los jóvenes se empezaron a reproducir por miles y miles y colmaron las calles y llenaron la sala de los patriotas latinoamericanoas...cuando después de tres días de duelo los jóvenes seguían llorando pero también hablaban de militancia y de patria...entonces sentí que la democracia y el gobierno de Cristina no estaban en peligro...
Cuando ví a mis hijos Juan y María en este video, y a los otros jóvenes que iban con ellos, cuando escuché claramente los cánticos que la tele no me permitía identificar....me sentí aún más tranquila.
Es como que realmente luego de los siete años de dictadura, luego que desaparecieron mis amigos y los amigos de mis amigos y sus hermanos y sus novias y sus hijos, y los vecinos comunes en quienes los milicos veian fantasmas...luego de que se empeñaron en desaparecer casi toda una generación, en estos jóvenes que lloran y cantan y putean: han revivido.
Y es muy bueno para el futuro de una nación que los jóvenes se hagan escuchar, militen, y luchen...porque como decía Paulo Freire..."la realidad no "es" así, "está" así....y hay que cambiarla.
Escuchenló, escuchenló, escuchenló.....
Me parece mejor esto como para dar testimonio, como que lo ven menos personas, pero las que entran al blog no es porque esté escrito en un muro, sino porque me conocen y -entiendo- respetan.
Es innecesario aclarar que no soy peronista ni kirchnerista como decía Mempo Giardinelli. (A mi nadie me ofreció una embajada en Cuba, porque creo que la hubiera aceptado).
Desde el que empezó el velatorio de Néstor Kirchner en la Casa de Gobierno miraba el canal 7 automáticamanete, todo el día el televisor prendido, compartí el programa de 678 el miércoles y me emocioné, y lloré, y mandé mensajes...
Antes, la mañana de la muerte, avisada por mi hermana Paula, mandé mensajes a mi gobernadora, hablé con mi hijo Juan que lloraba desconsolado...con Ana que también me llamó.
Desde un primer momento pensé en ella, en Cristina, pensé que los gorilas, Clarín, los poderosos, la oposición la iban a despedazar ahora que Kirchner no estaba. Que había que apoyarla...
A medida que pasaban las horas el panorama cambiaba, y cambiaban mis sensaciones.
Cuando aún antes que la C.G.T. convocara a reunión, la gente empezó a llegar a la plaza de Mayo y llegaban con llanto, con papeles, con flores, con deseos, con apoyo a Cristina...cuando los jóvenes se empezaron a reproducir por miles y miles y colmaron las calles y llenaron la sala de los patriotas latinoamericanoas...cuando después de tres días de duelo los jóvenes seguían llorando pero también hablaban de militancia y de patria...entonces sentí que la democracia y el gobierno de Cristina no estaban en peligro...
Cuando ví a mis hijos Juan y María en este video, y a los otros jóvenes que iban con ellos, cuando escuché claramente los cánticos que la tele no me permitía identificar....me sentí aún más tranquila.
Es como que realmente luego de los siete años de dictadura, luego que desaparecieron mis amigos y los amigos de mis amigos y sus hermanos y sus novias y sus hijos, y los vecinos comunes en quienes los milicos veian fantasmas...luego de que se empeñaron en desaparecer casi toda una generación, en estos jóvenes que lloran y cantan y putean: han revivido.
Y es muy bueno para el futuro de una nación que los jóvenes se hagan escuchar, militen, y luchen...porque como decía Paulo Freire..."la realidad no "es" así, "está" así....y hay que cambiarla.
Escuchenló, escuchenló, escuchenló.....
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