sábado, 20 de septiembre de 2014

Pasar la posta: 14 años de Teatro por la identidad



 Anoche, sábado 19 de septiembre de 2014, mientras asistía desde el televisor del living de mi casa a la apertura de una nueva muestra de Teatro por la identidad conducida por los hermanos Korol, esta vez en el fantástico Teatro General San Martín, y aplaudía sola, y lloraba y me alegraba, estaba pensando en esto que escribiría.
Pensé en una "actualización de estado en facebook", pero estoy cada vez más aburrida de facebook, y siento que de ninguna manera puede convertirse en una tribuna desde donde expresar pensamientos, sentimientos, ideas políticas, sí comentar algunas cosas, poner una buena foto y sobre todo que el que sea amigo tuyo sepa a qué atenerse, pero no convertir una página de internet en algo que no es o no debería ser.
Y por eso luego pensé en escribirlo acá, y cuando me puse a buscar fotos para adjuntar, me encontré con unos textos que escribieron alumnos de ETER, y son tan precisos que voy a reescribirlos entre comillas.
Toda esta edición de TxI tiene que ver con "pasar la posta", y esa fue una de las cosas que más emoción me produjo, porque a veces en el diario vivir, una -yo al menos- no tiene en cuenta que a determinada edad ya se está yendo y hay o habría que pasar la posta. Y a veces siento que no estoy haciendo bien mi tarea, que no estoy pasando cabalmente la posta de mis creencias, de los objetivos que tuve en la vida, de mis sentimientos más profundos, de las cosas que intenté hacer y que quedaron inconclusas porque otras quizás más urgentes en su momento se cruzaron en el camino. De que hay que tratar de estar atentos y no dejarse engañar por los "vendedores de promesas" como decía hoy Rubén Banthje, hay que poder detectarlos más fácilmente. Tengo 60 años y no los detecto y compro y compro promesas.

"Rosa Roisinblit, vicepresidenta de Abuelas de Plaza de Mayo,  fue la encargada de inaugurar el nuevo ciclo de Teatro por la Identidad, que por primera vez va a llevarse a cabo en el Teatro San Martín. Estela de Carlotto no pudo estar presente pero desde un video recordó que la lucha continúa porque aún falta encontrar 400 nietos y destacó que si bien hay muchos que quieren que se vuelva a atrás “el teatro y estos espacios son los que van a hablar por nosotros”.
El Teatro por la Identidad comenzó en el 2000. Su primera edición se realizó en el Centro Cultural Rojas y luego tuvo lugar en el Centro Cultural Recoleta. Es uno de los brazos artísticos de Abuelas de Plaza de Mayo. Este año el lema es Pasar la posta. Roisinblit explicó que surgió de preguntarse: “¿Qué pasará cuando no estemos? ¿Quién continuará con esto?  Queremos sembrar una conciencia de pasar la posta. Decir ‘tienen que seguirla, pasar la posta’”.


El ministro de la Corte Suprema de Justicia Eugenio Zaffaroni también estuvo ahí, fue aplaudido de pie por todo el público presente y por mí desde mi living.

Zaffaroni manifestó: “La justicia es un carro lento y a veces hay que darle un empujón. Es lento porque tardó 30 años en funcionar”. Luego, para cerrar su participación agregó: “La principal falencia es una cultura judicial y burocrática que hay inserta en la justicia. Quizás si hay que reformar códigos de procedimientos, pero si se reforman leyes y no reforman la cultura que se asentó durante muchos años, es muy difícil”.

Estuvo también Víctor Hugo Morales quien también fue aplaudido de pie  y dijo: "Los argentinos aprendimos que el dolor de las Abuelas es nuestro dolor”


También me emocionó particularmente Julia Zenko cantando con sus hijas en una obvia referencia a "pasar la posta" y también los actores y actrices que leyeron con sus hijos, trozos de poesía de Silvio Rodríguez y Armando Tejada Gómez, y Elena Roger cantando la canción de L.A. Spinetta "Barro tal vez" mientras lo bailaba Eleonora Casssano y una artesana iba modelando una pieza de alfarería.

A pasar la posta entonces!

sábado, 13 de septiembre de 2014

Armando Tejada Gómez: Muchacha

Recuérdame esta noche y nómbrame en tu idioma,
amor mío, muchacha, territorio de pájaros,
nómbrame en las ciudades donde trepas los trenes
con la amapola herida de tu vestido diario.

No conozco tu nombre, pequeñito y apenas,
tu mínimo poema de una sola palabra,
pero voy pronunciándote cuando digo esperemos
o cuando me transitas hacia dentro del alma,
porque sé que tus rostros tienen un mismo rostro
y tu sonrisa un aire de pétalo del aire,
conozco, sé tu modo de salvarnos la vida,
vencedora inmutable, con un niño en la sangre.

Yo te he visto muchacha plural, en las ciudades,
gastándote la magia con la prisa del alba.

Las oficinas públicas, públicamente áridas,
la tienda estrepitosa, la planilla a mansalva,
esas fábricas rojas de devorar, el sueldo,
lamentables rutinas de alquilarte hasta el sábado
y tú, tu nuca tibia, trizada luz, flor pálida,
resistes esa estrecha disposición de enanos
apoyada en tus sueños como en una ventana.
Y el moscardón horario zumbándote el absurdo
para matarte adentro la condición de pájaro.
Las ciudades son turbios demagogos, son esas
celestinas anónimas de la moda, sensuales
como una gelatina de sexo pegajoso,
espesas son, a gotas, turbiamente sensuales.
Las ciudades son fríos hoteles transitorios.
Debe ser espantoso morir en las ciudades.

Porque no han hecho nada por amor, tantas cosas,
porque no figurabas en los planos, muchacha.
Y ya has nacido risa, has nacido tumulto,
has nacido de pronto con un golpe de alas.

Y ahora que has venido, que ya estás, que has llegado,
hay que cambiarlo todo, decir amor y amarnos,
clausurar las planillas, postergar las ganancias,
ahora que has llegado con tu fragante risa
qué han de hacer los señores de destino contable...

En horas de oficina, bajará mi poema,
a decirte en la oreja: territorio de pájaros...
Pero sigue guardando flores en la cartera,
la última dulce carta, un poema de Pablo,
sigue guardando signos de combatir el moho,
subversivos panfletos de construir la esperanza.

Muchacha, estrella nuestra, amor en todas partes,
los poetas cantamos para tu pie desnudo,
para tu sangre diaria,
porque somos la vida y esa sonrisa tuya,
nada más que la vida,
la vida y tú,
muchacha...