martes, 21 de mayo de 2013

Kostinger a la Familia Videla



Foto: Portal La TDF: Familia Videla ahí está el cuerpo

Fuente: http://www.latdf.com.ar/2013/05/familia-videla-ahi-esta-el-cuerpo.html

Ahí está el cuerpo. Sin hábeas corpus, ahí tienen el cuerpo. Unos papeles y es suyo, llévense el envase de su pariente. 
Cuentan ustedes con un cuerpo. Que les conste que lo reciben sin quemaduras ni moretones. Podríamos haberlo golpeado al menos, que ya hubiera estado pago. Pero nosotros preferimos no hacerlo, eso que sí hizo este cuerpo que ustedes van a enterrar. 
No lo tiramos desde un avión, no lo animamos a cantar con descargas de picana. Que cante, por ejemplo, adónde están nuestros cuerpos, los de nuestros compañeros. 
No fue violado. No tuvo un hijo costado en el pecho mientras le daban máquina. No lo fusilamos para decir que murió en un enfrentamiento. No lo mezclamos con cemento. No lo enterramos en cualquier parte como NN. No le robamos a sus nietos. 
Acá tienen el cuerpo.

Por Jorge KostingerMe pareció muy bueno apenas lo leí, luego con el compartir del compartir en facebook se fue borrando su autoría que reivindico.
Y lo hago porque esto es excelente, representa lo que siento, lo que no supe escribir...Gracias Jorge Kostinger, gran periodista de Mar del Plata!

domingo, 5 de mayo de 2013

Ángel de la guarda



Ahora que lo pienso, que se lo dije y luego lo pensé, creo que en realidad mi primer reconocimiento hacia su persona como “ángel de la guarda”, fue cuando otra persona apareció en el momento preciso para auxiliarme.
Un día y de pronto mi auto no anduvo más, me había quedado sin nafta, algo tan ridículo, tan tonto, tan previsible pero bueno: me había ocurrido.
Me bajé del auto, era en el centro, y no entiendo por qué motivo o no tenía mi billetera o no tenía dinero y no tendría...tarjetas de crédito?
Como sea, apareció ella: Laura,. Se bajó de su auto me preguntó si necesitaba ayuda (tendría una cara yo: terrible!). Le dije que sí: nafta!
Fuimos a una estación de servicio, me vendieron 5 litros, los pagó ella, el señor de la estación me dió una botella de gaseosa o algo así, cortada por el fondo, me explicó que la usara para cargar la nafta en el tanque, Laura me acompañó, me ayudó, me esperó y cuando toda la operación estuvo concluída le dije: Gracias! Me hiciste acordar tanto a Guillermo Ainsworth! Ella lo conocía, sabía de quién hablaba y me preguntó atónita, por qué'?
Le dije que era largo, que cuando le fuera a llevar a la casa la plata de la nafta le contaría y así fue.
Unos días después fuí a su casa, y empecé con aquella anécdota de cuando vivíamos en Santa Rosa y de pronto después de colgar yo el teléfono luego de hablar con una compañera del Hospital, vuelve a sonar, atiendo y una voz masculina me dice. Hola Cristina, soy Guillermo A. Yo lo conocía porque habíamos atendido a su mamá en el Hospital con Pino varias veces...y me dice “Mirá, parece que nuestros teléfonos están ligados, vos recién estabas hablando con una tal María Inés, no?” Sí, repuse. Y tenés un teléfono inalámbrico? Sí, tal cual! Bueno, mirá, yo vivo al otro lado de la ruta, y me parece que lo que tendrías que hacer es cambiar el canal del inalámbrico, porque muchas veces suena el teléfono acá, yo atiendo y no es para mí, y recién hoy reconocí tu voz, y me di cuenta que eras vos.
Se lo agradecí profundamente porque soy muy paranoica y más de una vez había pensado que podíamos tener nuestro teléfono intervenido, no sé, por mi actividad en el Sindicato, o algo así....

Un tiempo después, volvía del aeropuerto de dejar a mi marido con mis dos niños pequeños, una era Paula que era una bebita de cinco o seis meses, y Eli, un poco más grande. Había nevado y probablemente se iba a helar todo, era imprescindible poner las cubiertas con clavos. Me dirigí al salir del aeropuerto a mi gomería amiga adonde tenían muchísimo trabajo, todos estaban en la misma tarea. Me acerqué con mi beba en brazos y mirada desolada y allí estaba él: G. A. Sacó las cubiertas del baúl, las acercó una por una a la gomería, ayudó al gomero a desarmarlas, cargó las otras cubiertas en el baúl....un ángel!


Pasaron los años y los inviernos y llegó ese invierno del 95 tan crudo, tan frío, tan lleno de nieve y de voladeros que se te aparecían en cualquier momento y en cualquier lugar...yo transitaba igual.
Un día partí hacia el hospital, por la bajada improvisada de Pellegrini, a la vuelta intenté entrar a mi barrio por la dársena improvisada de la misma Pellegrini y en mi camino había aparecido una gigantesca montaña de nieve. En un primer momento no me amedrenté, llevaba en el baúl una pala, lo abrí y estaba dispuesta a palear la nieve...pero iba a lograrlo?
Y apareció él, G. A. no sé de dónde ni cómo....cazó la pala, abrió un poco el camino y luego y si mal no recuerdo puso un gancho de malacate en mi auto y me sacó de ahí sana y salva...y por sobre todo: rápido.
Jajaja si yo me ponía a palear la nieve, iba a llegar la primavera....
Y ahí lo bauticé “mi ángel guardián”.
Estoy casi segura que hubo alguna anécdota más, pero por no haberla anotado a tiempo, ahora no la recuerdo...

Dios quiera que estés curado ángel...que no haya más recurrencias, que tengas paz con tus ganglios, sos muy buen tipo y tiene que estar todo bien.
Al final escribí esto, porque me parece que mis invitaciones a “tomar cafecito” que para mí son de toda la vida, sobre todo de la vida de la facultad, algo tan de todos los días...a algunas personas las amedrenta...